Sucia actividad.

Hoy deseo reflexionar sobre una de las profesiones más discriminadas, olvidadas, desagradables y a su vez importantes para nuestra sociedad.

Sus artífices, suelen ser atletas no reconocidos con medallas y honores, sino que por el contrario, habitualmente se los trata con desprecio por el material que manejan en su actividad. Se trata de los recolectores de residuos.

¿Nos hemos puesto a pensar, alguna vez, en la importancia de estos sujetos que día tras día se llevan lo que nosotros desechamos en nuestros hogares? Probablemente no.

Hoy, mientras viajaba en el colectivo como lo hago habitualmente, el camión de los residuos precedía al vehículo en el que yo me encontraba. Repentinamente, una mujer enfurecida, cerró la ventana que tenía a su lado y le comentó en forma instantánea a la señorita de adjunto: “Cierro un rato hasta que el chofer pase a estos negros mal olientes”, y agregó unas palabrillas poco educadas que no vale la pena reproducir.

Claro que el olor es desagradable. Habría que preguntarle a esa señora si los residuos de su casa emanan fragancias florales, y de ser así, averiguar cual es su secreto.

Imagínense, si a nosotros nos molesta el olor durante dos o tres minutos, ¿que dirá el pobre tipo que corre durante varias horas detrás de un camión repleto de desechos que no le pertenecen?

Hagan una simple cuenta. ¿Qué cantidad de basura se produce en su casa diariamente? Fácil ¿no?, ahora piensen en la manzana en la que viven. No hace falta que multipliquen por el número de departamentos que hay en los edificios, imaginen simplemente casas particulares en las que viven un promedio de cuatro personas. ¿Cuánta basura se produce?, ¿y en dos semanas?

Si señores, la respuesta en números olvídenla, la respuesta que importa es la siguiente: MUCHA.

¿Se dan cuenta de la importancia que tiene para la sociedad esa “sucia actividad” que despreciamos a diario?, ¿Qué sucedería si los recolectores de basura se tomaran vacaciones, todos al mismo tiempo, durante un mes? Tendríamos que aguantar un olor bastante desagradable durante más de los dos o tres minutos, por los que la desconsiderada mujer profirió una sarta de insultos inadecuados para el vocabulario de una dama.