
La imagen fue tomada en Ayod, pequeña aldea de Sudán, en 1994 por el fotógrafo sudafricano Kevin Carter. Ese mismo año, esta fotografía se llevó el premio Pulitzer en la categoría fotoperiodismo y el responsable de ella, se quitó la vida.
Como siempre sucede, la historia de la imagen fue conocida tiempo más tarde y tiene un trasfondo bastante desgarrador.
No hace falta explicar lo que se esta viendo, pero vale decir que la niña que se ve en la foto estaba a escasos metros de un campo de refugiados de las Naciones Unidas y se acercaba para pedir comida. El reportero observó la escena terriblemente perfecta y utilizó la lente de la cámara como escudo protector de una realidad extremadamente dolorosa. Luego de escuchar el ruido que hacen las imágenes al quedar capturadas para siempre, se marchó.
Nadie sabe que pasó con la niña de la foto, salvo el buitre asechante.
La instantánea fue tapa de The New York Times y al poco tiempo llamaron al autor para avisarle que sería galardonado con el prestigioso premio Pulitzer.
“Es la foto más importante de mi carrera pero no estoy orgulloso de ella, no quiero ni verla. La odio. Todavía estoy arrepentido de no haber ayudado a la niña”, fue todo lo que Carter dijo en su discurso de premiación.
Tres meses después, perseguido por la culpa y aquejado por el consumo de drogas, condujo hasta la orilla del río en el que jugaba de pequeño, puso música en el estéreo e inhaló monóxido de carbono hasta morir. Seguramente, una de las últimas instantáneas que recorrieron sus recuerdos, fue la del buitre esperando su comida.

*Banksy