
Hoy, viernes 9 de noviembre, se cumplen 18 años de la caída del muro de la vergüenza.
Ciudadanos de una única Alemania, dividida en dos por circunstancias políticas, celebraban allá por 1989, la destrucción de la barrera impuesta en Berlín desde 1961.
Lo llamativo es que hoy, en el año 2007, y gracias a una encuesta llevada a cabo en ese país, se sabe que una de cada cinco personas, añora la presencia del muro. Suena a disparate, pero en vista de los acontecimientos que se ven actualmente, no es un hecho aislado.
Podemos citar dos claros ejemplos. Los ciudadanos estadounidenses del sur de ese país construyen un muro en la frontera con México. Israel toma una medida similar en la frontera con Gaza.
Estos no son las únicas demostraciones. Los muros son barreras, sirven para impedir el paso, y eso es lo que hacen, o desean hacer, muchos países. Entre ellos está España, que mediante medidas gubernamentales, pone trabas a la entrada a su territorio.
Cuando en Argentina se añoran pasados nefastos, como la presencia de militares en el poder, solemos culpar a la educación destruida y en retroceso constante de este país, creemos que se trata de un tema de ignorancia, pero en el llamado primer mundo, ¿Qué es lo que motiva ese pensamiento?
Afortunadamente, quienes piensan así, suelen ser minorías. El problema se suscita cuando alguna persona bajo esa línea de pensamiento, llega a ocupar cargos públicos.
Hoy es un día para celebrar y festejarle sus 18 años al renacimiento de la cordura.